domingo, 23 de septiembre de 2012

CUANDO VUELVEN LOS FANTASMAS DEL PASADO


Mi hijo tenía solo ocho años. Estaba cenando y protestó porque  no le gustaba el pescado. Su abuelo censuró su actitud recordando su propia niñez. “Cuidaba un rebaño de ovejas y mi dieta para todo el día era un trozo duro de pan y una loncha de tocino revenido, bastante peor que el que tu madre utiliza para les fabes o los garbanzos”.

Mi hijo levantó la vista del plato y preguntó ¿mamá a que eso no es verdad? Me reí y traté de explicarle, en una versión infantil acorde a su edad, la historia de su abuelo. Un niño extremeño que, pese a estar rodeado de fincas con trigo, melones, olivos, tomates, higos, melones, sandías… pasaba literalmente hambre. Un adolescente que tuvo que emigrar de su tierra para labrarse un futuro.

Contada la historia y conmovida por la cara triste de mi hijo traté de quitarle un poco de dramatismo a la situación que se había generado. Le di un beso y afirmé con contundencia que “la historia de su abuelo pertenecía a un pasado muy lejano en el que habían pasado cosas muy injustas que ya nunca se iban a repetir”.

Hoy, una década más tarde, no me atrevería a decir lo mismo. El presente de muchas personas se está empezando a parecer al pasado de nuestros padres y el futuro, al menos el inmediato,  es cada vez más incierto para una gran mayoría. Muchas personas comen y se cobijan bajo un techo hoy, pero no saben si podrán hacerlo mañana.

Decía Roosevelt que «la prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de aquellos que tienen mucho; es si proporcionamos suficiente a aquellos que tienen demasiado poco». Es más que evidente que, poco a poco, retroceso a retroceso, se está configurando una sociedad totalmente dual. Apenas queda espacio para una clase media. Una esquina confortable está ocupada por los poderosos, los de los grandes sueldos y gran patrimonio; el resto del sitio por los que tienen muy poco o incluso ya nada.

Y de cita en cita, recurro a Mario Benedetti para hacer mías algunas de sus palabras: "Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas." Nuestra sociedad llevaba años experimentando cambios profundos que habían generado un entorno más equitativo y justo. Iniciativas como la Ley de Dependencia, el  Salario Social Básico etc son algunos ejemplos de ello. Una mayoría nos preocupábamos, solidarizábamos y aportábamos para ayudar a las personas que carecían de recursos económicos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Hoy, desafortunadamente, se están invirtiendo los porcentajes. Cada día son más los que tienen necesidades básicas sin cubrir y las políticas neoliberales lideradas por Alemania y seguidas con total sumisión por España no un buen presagio para que esto cambie a corto plazo.

Cada vez que Soraya Saenz de Santamaría, acabada la reunión del Consejo de Ministros, da a conocer medidas nuevas de ajuste y las define como “inevitables” me da ya la risa y pienso: esta gente eleva a categoría de verdad absoluta la ironía de Groucho Marx cuando dijo aquello de que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

No sé si volveremos a la dieta de un trozo de pan con una rebanada de tocino para todo el día, pero sí sé que no puedo decirle a un niño que eso pertenece a un pasado lejano e injusto que no volverá a repetirse. Los fantasmas del ayer merodean sin descanso a nuestro alrededor y, parafraseando a Martín Luther King, “lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”.

Como hoy me ha dado por las citas concluyo con una de Mariano José de Larra. “El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.” Mayoritariamente se está empezando a creer que todo lo que está sucediendo es inevitable y eso es realmente preocupante para la democracia.

martes, 4 de septiembre de 2012

MARIGEL


La conocí a finales de los años 80. Yo rebuscaba en el concejo de Caso ideas, iniciativas, personas sobre las que escribir reportajes para La Nueva España. Y allí estaba ella llena de entusiasmo y energía; peleando para que no se perdiera la tradición de elaborar el queso casín; participando activamente en el Certamen anual de la Collada de Arnicio y en cualquier otro evento que contribuyera a divulgar las bondades de este gran producto.
Por su mirada franca, su sonrisa afable y  su gran carácter, Marigel Álvarez es el tipo de persona que, aunque pasen muchos años, nunca llegas a olvidar. Y el tiempo me lo demostró cuando, tras un largo periodo sin contacto alguno, nos reencontramos en la Consejería de Medio Rural y Pesca del Principado de Asturias.
Personas como Marigel convierten en verdad absoluta aquello de que todo es posible si crees y peleas por conseguirlo. Gracias a su perseverancia y también a la buena gestión realizada -primero como jefa de servicio y más tarde como Directora General de Agroalimentación- por Tomasa Arce, el Queso Casín, cuenta desde el año 2006 con el distintivo de calidad  Denominación de Origen Protegida.
Cuando me reencontré con Marigel, hacía poco que había fallecido su marido Pepe Luis. Los ojos aún se le humedecían al recordar la ilusión con la que ambos habían emprendido el proyecto de “Reciegos Agroturismo”, un sueño compartido que aún estaba sin concluir. Y del dolor sacaba la fuerza y la tenacidad para seguir haciendo frente a las dificultades que entrañaba la finalización de las obras pendientes.
Y desde luego lo consiguió. En 2006, en pleno corazón del Parque Natural de Redes, abría sus puertas “Reciegos Agrotuismo”, un coqueto hotel rural de ocho habitaciones decoradas con un exquisito gran gusto que se complementa con una quesería y una agrotienda en la planta baja.  

Desde aquí mi más sincera enhorabuena a Marigel por la medalla de plata de Asturias que le entregarán el viernes.