Eufórica, pero
extenuada. Al igual que mucha gente ayer no perdí ni un solo segundo de las
siete horas del debate que se desarrolló en la Junta General del Principado de
Asturias. Por fin “fumata blanca”, “habemus Presidentum” y su nombre es Javier
Fernández . Asturias recupera la esperanza.
Recordando la votación
de ayer he pensado: “por fin punto y aparte”. En ese momento se me vino a la
cabeza un excelente artículo de Ángel Gabilondo sobre los signos de puntuación,
que leí hace poco gracias a Servanda García que lo compartió en Facebook.
Escribe Gabilondo: “No
es fácil saber puntuar bien. Uno no deja de aprenderlo. Ni de errar. Ni de
necesitar mejorarlo. No lo es ni en la escritura ni en nuestra vida, ni en las
relaciones personales, ni en las sociales o en las políticas”. Y en esas
palabras encontré la argumentación perfecta para describir lo que, desde mi
modesto punto de vista, ocurrió ayer en el Parlamento asturiano.
Gracias a la
responsabilidad de la izquierda asturiana y a UPyD, puntuamos correctamente. Escribimos
punto y aparte. Cerramos así una etapa extravagante de nuestra historia.
Eliminamos un modelo de relaciones personales, sociales y políticas que nunca
debió desarrollarse.
Puntuar bien
efectivamente exige un continuo aprendizaje, pero hay personas que prefieren
seguir errando. Y eso también se percibió ayer en la calle Fruela con el
discurso bronco de Cristina Coto, exento de autocrítica y perseverando en el
error de culpar de lo acaecido a cualquiera, menos al Gobierno de Foro.
Si algo he aprendido en
la vida es que casi nadie está en posesión de la verdad absoluta. Su verdad, la
tuya y la mía, por muy fuertes que sean los argumentos de cada cual, siempre pueden
admitir matices. Y la grandeza de las personas, de los líderes, se demuestra
cuando son capaces de realizar las síntesis adecuadas para poder hacer
compatibles la inmensa mayoría de las verdades individuales.
Eso es lo que espero de
esta nueva etapa, que los líderes políticos de Asturias sepan aparcar
determinadas diferencias en aquellos temas que son trascendentes para el
desarrollo económico y social de nuestra región. Esto se puede hacer y no
significa necesariamente renunciar a los principios ideológicos de cada cual.
No es necesario perder la identidad para actuar con la responsabilidad que
exige el momento actual.
Llegó la hora del
consenso, del acuerdo, de la síntesis. Y todo eso debe tener como objetivo una
solidaridad en cadena. Los que puedan sufrir efectos de posibles ajustes tienen
que percibir que su sacrificio sirve para algo. Los que no tienen nada, los 100.000
parados de esta región, tienen que empezar a sentir que no están solos, que
existe alguien que está dispuesto a ayudarles en esta larga travesía por el
desierto en la que les ha sumido el actual contexto de crisis mundial.
Concluyo retomando otro
párrafo del artículo de Ángel Gabilondo.”Nuestras relaciones también tienen
mucho de relato buscado, más o menos bien puntuado. No cuidarse de ello supone
el trastorno de los días y de las horas, de los momentos precisos, de los
cambios de ritmo, de las pausas y de las escisiones e incisiones de nuestra
existencia.”
Confío que por fin
Asturias empiece a puntuar bien y eso se traduzca en una convivencia más
armónica que nos permita superar con éxito los problemas más importantes.
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